lunes, 5 de mayo de 2014

Frustración.

Hoy necesitaba escribir. Y no podía. Y estaba frustrada, supongo que por tener mil temas y no saber cómo centrarme en uno y abordarlo en profundidad. Así que igual tengo que pelearme con el tema frustración a secas. Quién sabe.
Odio esa sensación, ese necesitar expresarte y no encontrar la manera ni las palabras. Tanta amplitud de vocabulario y luego lo mucho que nos cuesta usarlo bien. Creo que en el colegio, en vez de enseñarnos tanta palabrería, tendrían que enseñarnos a jugar bien con ella. Como todo, supongo. Muchos (diría todos, pero no está demostrado) tenemos cerebro desde siempre, y como se supone que lo tenemos, nadie se molesta en enseñarnos a entenderlo, si eso, a medio utilizarlo a veces. Y claro, nos olvidamos de comprendernos a nosotros mismos, y pasa lo que pasa.
Pues con expresarnos, lo mismo. He aprendido más por mi cuenta tras horas y horas de aumentar mi miopía que gracias a las inaguantables y obligatorias clases de gente que perdió la vocación hace años.Creo que le debo más a las montañas de libros que he devorado en mi vida, que a la mayoría de mis profesores.
Y poco a poco voy entendiendo que esta horrible frustración viene de lo mucho que ha descendido mi amplitud lectora desde que entré a la universidad. He pasado de cien a cero. Y por mucho que digan que una vez que aprendes a ir en bicicleta no se te olvida, espero que se me permita ponerlo en duda.
Todo lo que he aprendido tras años de tener más amigos imaginarios y de papel que reales lo estoy dejando de lado. A veces no encuentro ni palabras, ya no digo la manera de combinarlas. En ocasiones me resulta más fácil formular una frase en inglés que en mi idioma materno. Y no me gusta. Nada de nada. Se me rompió la expresividad de no emplearla con propiedad y ganas.
Como todo, como el corazón, de tanto no usarlo y esconderlo, terminamos por no recordar cómo funcionaba.

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