domingo, 23 de noviembre de 2014

Bloqueos de Nada.

Tengo un bloqueo, casi un agujero negro,
el proyecto prácticamente a cero
y muchas ganas de llorar.
No sé salir de aquí, ni tampoco recuerdo por dónde he entrado,
solo queda la certeza de que yo ya no quiero jugar.

Maldito y horrible bloqueo, llevo más de tres semanas con sus consecuentes e infinitos croquis y ninguno merece la pena. Y como siempre que esto me sucede, con proyectos o con cualquiera de los otros mil aspectos de mi vida que me dejan noqueada, acabo vomitando líneas cargadas de impotencia en este sitio. ¿Cómo se sigue cuándo olvidas los motivos, el por qué quisiste empezar? Estoy perdida en incontables líneas temblorosas en papeles transparentes arrugados, y ahora es cuando viene el asesinable de turno a decirte eso de "querer es poder", y tú te quedas pensando, pues entonces podría matarte. No, en serio, los imposibles existen, y los bloqueos también. El temor de muchos es un papel en blanco, lo que debería ser el inicio se convierte en un laberinto en el que ni siquiera hay callejones sin salida, no hay nada, no hay destino, ni origen, y hasta las ganas se esfuman con el humo de la vela de vainilla que me acompaña.
Y llegas a ese punto en que se te olvida quién eres y todo lo que querías ser, porque hasta ese verbo pierde el sentido. Nada lo tiene. Y ni siquiera sé dónde se ha escondido esta vez nada y donde ha enterrado sus tesoros arrebatados.
Y Nada se queda con todo.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

In time, In facebook, In instagram, in shit.

Llevo años pensando que una película solo es buena cuando al terminar nos despierta alguna especie de idea, sentimiento, e incluso una fugaz sonrisa. Y yo acabo de terminar de ver In Time, un mundo paralelo en el que todo, absolutamente todo, es tiempo. La vida se paga con vida, e incluso el sueño también. Y cuando ha terminado he actualizado instagram, y me he dado cuenta de que hoy en día no pagamos con tiempo, pero la gente se cree más feliz, incluso "viva" cuantos más corazones tienen sus fotos, o cuantos más comentarios alabando su "selfie".
¿Qué nos diferencia? En la sociedad actual, es generalizada la idea de a más dinero mejor vida y mayor número de posibilidades, "oh estás exagerando, se te ha ido la pinza". No, qué va, no nos damos cuenta del valor que dan las personas a la opinión de otras sobre sí mismas, así que como para que nos cueste creer que esas mismos seres creen que con dinero pueden mejorar esta situación.
Y se pasan los días mirando redes sociales, casi con tanta necesidad como los personajes de la película mirando sus segundos restar. La sociedad actual no lleva un reloj tatuado, pero a cambio lleva un móvil cosido a la mano, e incluso prefiere llegar tarde a un sitio para pararse a subir una foto del modelito a la página de turno antes que ignorar por una vez esa maldita red social y salir con una sonrisa en la cara y tiempo para pasear.
"Oh, pero ni que tú no las usases" Y yo aquí no he venido a decir eso, simplemente a plasmar la idea que ha despertado en mí la última película que ha enriquecido mi tiempo. Tampoco es para pensar que lo escribo aquí con intención de abrir los ojos a nadie, en primer (y único) lugar, escribo esto porque me sale de la punta de la nariz opinar sobre mí misma y lo que veo en mi entorno.
Tengo twitter, facebook, instagram, blog, y todas las tonterías que se os puedan pasar por la cabeza, pero a veces lo veo más como un diario en el que de vez en cuando me permito observar, en incluso criticar, fugaces momentos de mi pasado. Odio aquella foto con aquella persona que consideraba una amiga, odio aquella entrada en la que escribía bajo los efectos de autoconvencerme de que me "habían roto el corazón", odio aquel final de todas y cada una de las viejas conversaciones de tuenti que siempre terminaban con un "tQ" y derivados, odio aquella asignatura de cuyas entregas me quejaba con fotos adjuntas. Y otras tantas que me deje. Ni que decir de mis primeros intentos de entradas de por aquí, las odio y me avergüenzan, como esa foto que tienes haciendo algo ridículo cuando no tenías uso de razón ni tampoco memoria pero que tu madre siempre enseña, y con la que tú también te ríes.
Supongo que para eso está el pasado, y también el presente. Y supongo que en el futuro encontraré en el momento actual algo para reírme del mismo, pero aún así me quedará la certeza de que me importaba más mi opinión y mi sentimiento en aquel momento puntual, que la cantidad de personas a las que le gustase. No pretendo dármelas de egocéntrica ni de especial ni de paranoias de estas, claro que me importa lo que piensen de mí, pero pocos tienen ese "privilegio".
Que todo esto va un poco de eso, de que nos importe lo que piensen los que nos importan y a los que les importamos más que las ojeras que luzcamos el día de la entrega de turno, no malinterpretéis, pero cuánto menor es ese número de "fugaces influencias externas" aún menor es la dependencia de las demás.
No vengo a predicar que hay que quererse, quién me conoce sabe que no lo hago y aún menos pretendo que sientan eso por mí.
Y ahora me asalta la duda que me lleva persiguiendo muchísimo tiempo ¿es posible querer a alguien cuando no te aprecias un mínimo a ti mismo?
Hasta aquí hemos llegado por hoy, estas estructuras no se van a estudiar solas, pero tampoco conmigo, y por mucho que me apetezca seguir explotando el tema voy a hacer unos bucles enormes de contradicción que me van a dejar aún más desconcertada y falta de credibilidad e ideas claras.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Asesinato a la poesía sin premeditación y con disculpa.

Supongo que llego al punto en que me da igual si lees lo que escribo,
o lo ignoras,
o me ignoras,
convencida estoy de encontrarme en la situación del que solo quiere contar
sin tener en cuenta que quizás a ti todo esto te importe un comino.

He pasado por cosas, como todos,
y he aprendido solo con algunas de ellas,
con la inocente, y estúpida, creencia
de que era mejor olvidar y tapar con una tirita
a dejar sangrar la herida y que el tiempo la curase.
No es lo mismo cerrar, que curar.
Porque una herida no es una puerta,
no se cierra cuando queremos,
y siempre se abre cuando nos olvidamos de ella,
cuando dejamos de apretar para parar la sangre,
y los recuerdos.
He creído que olvidar era crecer, y recordar puro martirio,
sin pararme a pensar que privados de los errores que fuimos
estaríamos como creemos encontrarnos cuando nos obligamos a dejarlo ir,
e igual de jodidos que cuando vuelve y nos pilla desprevenidos.
No, no digo que haya que admirar el pasado
y enmarcar todas las viejas fotos para verlas día tras día,
pero, sin duda, no podemos permitirnos el lujo ignorarlo,
porque es la única escuela en la que ningún ministerio puede intervenir.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Nudos de órbita.

Freak show, no el que sale en American Horror Story, hablo de mi vida en general.
Concatenación de situaciones que no abarcamos a entender, y otras tantas que no nos atrevemos a aclarar.
Freak show, porque quizás no es necesario que las rarezas se vean, algunas además las llevamos por dentro.
Raro, muy raro todo.
Como las casualidades que truncan tus planes, como las veces en las que le echas valor a algo y crees que te vas a atrever a hacerlo, pero luego no se puede, porque ya no hay planes. Todo casualidades, que te hacen pensar, quizás es lo mejor y yo no debiese hacer esto, o aquello otro.
Hoy vengo aquí a pedir opiniones, que me den valentía para hacer algo, o por el contrario, para conseguir callarlo un poco más. En realidad no sé qué será más valiente de las dos.
Callar y aguardar, convencida de que algún día se obrará el milagrito por arte de birlibirloque; o, por el contrario, hablar y no esperar a ver que pasa, una situación de relativa calma, porque pase lo que pase, y aunque te esperes lo peor, cualquiera de las resoluciones del problema te sacarán del estado de duda.
¿Qué opináis? ¿Los sentimientos por fuera, o mejor guardaditos para que parezcan no existir?
Así, sin contexto ni nada, lo mejor parece que por fuera, pero si os cuento que es una persona importante en mi día a día, un gran apoyo... Ya la cosa cambia, porque cada uno es un mundo, y no sabes cómo girará si le haces un nudo a la órbita. Quién sabe, porque yo, al menos, no tengo ni idea de cómo actuar.
Mi mayor principio ha sido desde hace mucho tiempo, y desde que lo aprendí por errores cíclicos, es que un buen amigo solo puede ser eso, porque después todo se estropea, nada sigue igual. Y no puedo decir que me haya ido muy bien, pero tampoco me ha llevado a ir de pena.
No sé, no sé, NO SÉ.
Si alguien me lee, este es el momento, opina, por favor, OPINA, aunque solo sea para que yo deje de dar el tostón siempre con lo mismo.

Cada persona es un mundo, así que vete a saber tú como evoluciona su trayectoria si le haces un nudo a la órbita.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Pre-ocupaciones.

Hoy leyendo twitter me topé con la preocupación adolescente de tensión pre-entrada a una discoteca siendo menor de edad, y recordé la sensación de no tener dieciocho añitos con su intriga por saber si esa noche conseguirías entrar, la euforia de haber conseguido colarte y el máximo estado pletórico cuando te pedían el dni y ya podías responder ¿te vale el carnet de conducir?
Esa inocencia, y esas preocupaciones... ¿dónde quedaron? Porque apenas han pasado dos años y ya ni siquiera tengo ganas de salir de fiesta, de llevar la documentación solo por si tienes que comprar algo con tarjeta y tienes que identificarte, de pasar de las noches de no dormir por quedar con un amigo a estudiar historia y sacar más nota que él sin leerte una página a las de no poder pararte a respirar por otros motivos muy diferentes, las preocupaciones universitarias y el futuro incierto.
A mí antes me quitaban el sueño otras cosas, cuando tenía sueños alcanzables y dormir poco significaba tumbarte a las dos por quedarte hablando con esa persona hasta "las tantas". ¿Dónde me dejé eso? Esas ganas de un sábado arreglarte y salir a celebrar que habías quedado con "nosequién que tiene ese nosequé que me deja nosecómo" para tomar un chupito y los que surgiesen después.
Esas malditas ganas han sido sustituidas por las ganas del fin de semana simplemente por poder dormir, el haber convertido el dormir casi en un placer en lugar de una necesidad.

Guardan más secretos las colillas apagadas en los ceniceros de las terrazas que las letras que pueda plasmar aquí, los suspiros que se llevan sin quejarse, y el ansia de poder sentir algo.
¿Dónde me dejé los sentimientos? Porque hoy en día el humo es lo único que despierta miedo y a la vez relax en mi rutina diaria. Contradicción tras contradicción acompañada de demasiados cafés...

Supongo que en el fondo me quedan algunos más, pero soy demasiado obcecada para admitirlos y menos para decírselos a quien los merecen, Pero claro, yo ya no soy aquella chica de dieciocho años que no sabía lo que era tontear y lo hacía con una inocencia acompañada de naturalidad que ya quisiera ahora. Ya no soy la chica que dijo te quiero demasiado pronto, ni la que evitaba decírselo después a una persona porque era mentira pero hacer daño parecía peor opción que enfrentarse a la verdad.
Creo que en el fondo sigo siendo la que no lo dijo en el momento por miedo a que la verdad hiciese más daño que la incertidumbre que no terminó bien. La misma a la que el miedo a perder a un amigo le llevó terminar por alejarlo, y la misma a la que todo apunta a que le volverá a pasar lo mismo.
Y sigo manteniendo los mismos errores de hace años,
Hay quien no aprende porque una vez aprendió de golpe y porrazo.

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