jueves, 12 de mayo de 2016

Cuatro (y mariposas) 2.0

Hace un mes tomé la decisión más difícil, por así decirlo, de mis casi veintidós años.
Por fin fui capaz de ver que a veces el problema no somos nosotros, a veces hemos elegido mal, y simplemente pensamos que ya no tiene solución. Después de cuatro años... una quinta parte de mi vida, cómo voy a cambiarlo.
Pues igual que me cambié el color de pelo y me volví Weasley.
Fácil, si algo no te aporta, si no tienes ganas de pensar en el futuro porque no te gusta el presente... Si cada día te cuesta más levantarte y seguir luchando porque no le ves futuro... Si cada día pierdes poco a poco las ganas de vivir...
Ese, ese es el momento de tomar LA decisión. Ese momento que yo he retrasado durante un año, al principio achacándolo a una simple mala racha. Una época horrible y eterna a la que no veía fin ni salida.
Cuatro años "a la basura".
 Pero no, no son cuatro años a la basura.
Son experiencias para no olvidar, son personas a las que mantener muchos años más a mi lado, son fallos que no volver a repetir, son cosas aprendidas, son muchas cajas que no tirar a la basura. El tiempo no lo puedo recuperar, pero si a todo eso le sumo haber encontrado algo por lo que merezca luchar... la cuenta sale muy positiva.
Me quedo con el nuevo camino al que me ha llevado el final de este, me quedo con tener GANAS, sí, ganas de empezarlo, ganas de levantarme por la mañana. Ganas de pensar que puede que merezca la pena.
Me quedo con gente maravillosa, gente que no se puede incluir dentro de gente. Cuatro años de madurar, de saber que quién te dice "tía, no estás bien, me paso a verte" es la que realmente te quiere, y no aquellos que de vez en cuando te dicen "eh, vamos a tomar un café, que quiero contarte no sé qué cotilleo de mierda que te importa un carajo pero me apetece pasar el rato y solo quedas tú en mi lista de contactos". Ahora sé distinguir, sé diferenciar quienes son para tomar una caña y quiénes son para querer mantener a tu lado todos los años que imaginas y más.
Algunos aparecieron al principio, pero otros, otros llegaron en el momento que menos sabía que lo necesitaba. Los que aparecieron en la mala racha y me conocieron en ella, y aún así me hicieron un hueco... esos, esos hacen que merezca la pena haber seguido intentándolo. Esas personas que han estado ahí para apoyarme y también para decirme que tenía que plantearme la vida. Esas personas que tuvieron el valor de preguntarme "qué te da miedo". Hace falta mucho coraje para mirar a alguien a los ojos y decirle eso, y se necesitan muchos más cojines/ovarios para seguir ahí después de todo. Y, queridos, personas así hay muy pocas.
Mi mala racha ha sido un largo año, un largo año en el que podría haber estado en cualquier otro sitio, pero un largo año del que no me arrepiento. El año más perdido de todos, pero del que más me guardo.
Muchas historias y algunos buenos amigos.
En mi vida me he considerado valiente, jamás. Y son mis amigos los que me han dicho que es admirable atreverme a tomar LA decisión. Ser valiente es solo cuestión de verte que decía Vetusta Morla, pero a veces ser valiente es solo cuestión de cómo te vean. Yo me sigo considerando una cobarde de narices que (solo) de vez en cuando asoma la cabeza y dice ¡jolín, que aquí estoy yo y ya no quiero estar más!
El veintidós de junio espero cambiar mi vida, veintidós, es mi año. Va a pasar.
Tener ganas de seguir adelante, no sabéis cuánto lo echaba de menos.
Mariposas en el estómago, existen. Existen al pensar en tu futuro y no en otra persona. Y son mucho mejores.
Es una sensación maravillosa. Hace cuatro años me movía por inercia, ahora me muevo hacia quien quiero ser. Y ya pensaba que jamás sabría qué dirección sería esa.
Y es... es... es genial.
Y si pierdo personas, será porque realmente no merecían la pena. Sé que los buenos me van a tener ahí en Pekín y van a estar ahí en Pokón.

¿Y qué le voy a hacer si el pasado nunca vuelve? que decía Amaral.
No voy a recuperar estos cuatro años, pero si me diesen a elegir... sé que cometería los mismos errores, Esos que me han traído hasta donde estoy, y que me han convertido en lo que soy.
Sin estos cuatro años... quién sabe dónde y cómo estaría ahora. Me da miedo el futuro, pero esta vez, tengo ganas de llegar a ese punto.

domingo, 17 de abril de 2016

Cuatro.

En cuatro años se aprenden muchas cosas.
A vivir fuera de casa y terminar considerando hogar muchos lugares, y personas.
Que estar solo depende de ti y de nadie más. Que no es malo, ni es bueno. Que sentirse solo es un problema, porque creer que lo estás es no considerarte a ti mismo una buena compañía. Se puede estar más solo rodeado de diez personas en cualquier sitio que sin acompañamiento en tu habitación.
Que gran parte de las mejores personas que has conocido en tu vida, han llegado en ese período, y por malo que haya sido a veces, te hacen ver que no hay tiempo perdido si sabes con quién utilizarlo.
Que cuatro años parecen muchos cuando tienes veintiuno, pero seguramente serán moco de pavo cuando tenga cuarenta. Y lo importante será si lo que vino después mereció la pena, si el camino ya recorrido desembocó en algo que me aportase ganas de seguir caminando en lugar de creer haber llegado a un final. Cuatro años pueden considerarse perdidos si no te detienes a apreciar todo, lo bueno y malo, que te han aportado.
Que hoy estamos aquí, seguramente no recordemos dónde estuvimos ayer, y no tenemos ni puta idea del lugar en el que estemos mañana.
Que hacer deporte es la mejor manera de sonreír sin motivo ajeno, que somos capaces de más de lo que creemos, pero que muchas veces nos convencemos de no ser capaces por pereza o comodidad. Curiosa esta tendencia de camuflar el miedo llamándolo vagancia.
Que salir de la zona de comfort es lo mejor que se puede hacer, y si lo hacemos hoy, en el futuro será algo conseguido, no una meta que vamos posponiendo a cada paso dado. Es importante saber que no has sido un borrico persiguiendo una zanahoria que parece estar cerca pero nunca alcanzas. La zanahoria podría ser muy bonita, pero cortar el palo que se interpone y haber buscado algo mejor, será lo que te haga saber que tu vida te mereció la pena.
Que querer depende de nosotros, y que ciertas personas serán conscientes de nuestra existencia cuando hayamos desistido en el intento de que nos detecten. Muchos aprecian el sofá al caer de culo al suelo y recuerdan lo cómodo que era eso antes, cuando por inercia sabían que se desplomarían en blando.
Que importa hoy y quizás mañana. El pasado es bonito, lo hacemos bonito, lo acomodamos, el punto de vista propio no deja de ser un punto, que suele ir acompañado de por lo menos dos más. Nunca algo será tan bueno como recordamos, ni tan malo como contábamos.
Y joder, el futuro, eso es lo jodido. El pasado está, por muchas vueltas que demos no va a cambiar. Lo que nos acojona es no saber a dónde vamos. El de dónde venimos existe, lo conocemos, es cómodo, está bien, pero para un rato.
El hoy, también puede ser bonito, unos días cuesta más que otros, pero terminamos siendo capaces de superarlo. Cinco segundos después de cinco más y así sucesivamente hacen un día, y una vida.
Cinco segundos tras otros tantos se soportan, pero no es vida, es supervivencia. Es inercia, es rutina. Rutina que cansa, tendemos a llamar rutina a algo aburrido, una vida de costumbres termina siendo nada nuevo que recordar, nada nuevo que vivir, y nada nuevo con lo que soñar.
Tendemos a planear el futuro, a buscar lo cómodo, un hábito con el que contar, una constante. Como si dependiese únicamente de nosotros mismos. El futuro da miedo. PÁNICO. Cuando te cansas de la rutina, de sobrevivir a esos cinco segundos.
Hasta que llegas al punto de no retorno, y ves que el futuro en el presente puede ser tan bueno o tan malo como el pasado. Mañana depende de muchas cosas, pero tú eres la primera. Si no tomas una decisión que necesitas, mañana será otra copia de hoy, Y acabaras con muchos ayeres que te quitan las ganas de levantarte otros cinco segundos más.
A veces tardas cuatro años y un segundo en ver que no quieres ni otro más así.
No podemos predecir el futuro, es intangible, a veces ni sabes hacia dónde cojones te diriges. Y llega un día en que dices, no, mira, estos cinco segundos no me aportan nada y me he cansado. Quiero que los próximos sean de verdad y no una pérdida.
Y te da miedo, pero esperanza. Te levantas con ganas de vivir, de seguir, de pelear con lo que toque.
Lo que más me aterra es el futuro, más que hace cuatro años. Pero hoy soy el resultado de lo que he vivido estos cuatro años, y, siendo modesta, no ha salido tan mal. No soy quien quiero ser, pero sé quién quiero llegar a ser.
Cuatro años y dos segundos.
Hasta que llegue el momento de parar de contarlos, de perder la cuenta. Dejar de sobrevivir para estar viviendo.


¿Te ha gustado?



Compártelo ^^