domingo, 17 de agosto de 2014

Última de primeras caladas

Se puede llorar de felicidad y entender tus últimos (más bien todos los) putos años de tu vida en una calada.

FELIZ

Acabo de hacerme mayor, con ayuda de quien sin duda es lo mejor que tengo a mi lado. He llorado a lágrima viva de pura felicidad, sin alcohol ni tabaco ni más adicciones. De felicidad pura ante las letras de un grupo que tenía muy confundido con otro, de felicidad de darme cuenta de que nunca lo he sido tanto.
De darme cuenta de todo lo que haga y he hecho era porque era lo que debería o no hacer. De que quiero fumar porque es de las pocas cosas que no pueden evitar que haga, de que toda persona que me ha atraído en los últimos años es porque es lo que alguien quisiera por mí, o todo lo contrario.
Felicidad pura de que he encontrado todo con lo que pocos sueñan de verdad, de darme cuenta de que ya no son secretos, sino más bien fantasmas de un pasado tan cercano que me asusta.
Felicidad de tener conmigo con lo que tantos sueñan y pocos encuentran.
Yo, que siempre me he prometido que el amor eran nubes de humo, y he encontrado lo que jamás pensé tener. He escrito mi primer te quiero (más bien un os quiero) que seguro tardaré mucho tiempo en conseguir decir.
Que quizás el amor no exista, pero ahora me da absolutamente igual.
Está siendo un gran sonorama y estoy siendo todo lo feliz que nunca creí alcanzar. Y hay gente que entiende que necesite escribir en vez de hablar.
Todo es bonito, y tal vez mañana no lo vea tan claro. Pero hoy he llorado solo de felicidad, y a mí me vale.
Ahora, de verdad, soy feliz. Y que le den a todo y a que esto al leerlo tenga algún sentido al leerlo. Es lo que quiero y necesito.
Que le den a todo y que quizás cada vez me de menos miedo dar abrazos.
Principita se hace mayor, y (me da miedo).
Pero QUÉ MÁS DA.

viernes, 15 de agosto de 2014

Felicidades.

Leyendo las últimas actualizaciones de los tantos blogs que he acumulado en seguidos a lo largo de los años (y que por falta de tiempo o interés) no leo nunca, he visto que felicitaban a Cara Delevigne y resulta que era el mismo día de alguien que fue realmente importante (hasta quizás llegué a llamar vital) durante, algún tiempo. Y fui consciente durante las 24 horas que duró su cumpleaños que era el día que, se supone, teníamos que celebrar que había nacido, y me siento vacía porque no he sido capaz de coger el teléfono para felicitarle, y tampoco he tenido ganas. Y supongo que esto es un poco triste, eso de no tener ganas (no diré ser capaz porque capacidad nos sobra a todos siempre que se ponen un mínimo de ganas), ni tampoco ilusión de escribir cuatro palabras (con lo mucho que te gusta a ti escribir a la gente ñoñadas por mucho que te empeñes en fingir ser una insensible tan a menudo) a la gente que te importa.
Y ya he hablado sobre límites demasiadas veces, y está siendo un Sonorama ideal y fantástico, y debería dejar de lamentarme por cosas que no logré remediar (o me cansé de asegurarme a mí misma que era lo que hacía). Y no lo sé, que cada vez entiendo menos cosas y doy más abrazos y ando más confundida que nunca.
Qué difícil es todo y que "chungo" esto de intentar expresarse después de una "gran noche" y demasiadas mezclas.
Termino con lo de siempre:

                 "Dejadme, que yo me entiendo."

P.D.: Felicidades desde un sitio que jamás leerás, y que sepas te quería, y mucho, y eso no lo consigue cualquiera ni se lo digo a menudo (aunque suela llegar tarde).

No sé qué es más difícil, si dejar ir o asimilar que hemos "conseguido" dejarlo marchar (aunque por momentos nos demos cuenta de que a quién has tenido tan dentro, no se les saca ni con lo que abrimos las botellitas de Ribera).

No sé si el mundo es triste o lo soy yo.
Qué más os da.

viernes, 8 de agosto de 2014

Espejos rotos y vasos vacíos.

Siempre he oído eso de que mirarse en un espejo roto da mala suerte ¿y ver tu reflejo en los ojos de una persona que lo está? ¿Acaso es mejor mirar hacia otro lado? Me he parado a pensarlo y creo que la realidad es que todos los espejos son un trozo de otro más grande, todos están rotos. Supongo que como las personas, todas son trozos de otra más grande, y todas están hechas de trocitos de todas las otras con las que se han ido encontrando. Y a veces pasa, que un trozo se mueve y a alguien se le desmoronan el resto de partes. Pero lo llaman mala suerte para sentirse con derecho a girar la cara e ignorar las malas situaciones. Igual que los espejos, si te deja tu pareja DUDO SERIAMENTE que sea por haberte mirado en uno que estaba roto, si te atropella un coche IGUAL ES PORQUE TE HAS PARADO A MIRARTE UN ESPEJO EN VEZ DE MIRAR DONDE DEBERÍAS. Y así con todo.
Igual mañana me cae un tiesto desde un décimo cuando pasee por la calle y podré decir "es que me miré en el espejo del ascensor antes de salir de casa y claro es que estaba roto y por eso me he quedado tonta", no por estar en el momento equivocado durante el peor momento, no, SEGURO QUE ES CULPA DEL ESPEJO.
Pero realmente creo, que lo que tiene que dar una suerte horrible, es verte en los ojos de alguien roto y apartar la mirada. Y lo llamo mala suerte, por no decir ser imbécil. Los imbéciles son los que achacan todo a la mala suerte en vez de a sus propios actos. Los mismos que en vez de terminar de llenar el vaso o bebérselo de un trago, dicen que está medio vacío y a otro tema.



No sé si he perdido práctica o ganado la capacidad de ver que no lo hago tan bien como creía, pero cada vez que la bombillita se me enciende con algo que me parece buena idea, termino con ganas de borrarlo.


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