No sé si es orgullo, o falta de esperanza, pero mi niña pequeña cada vez se hace más vieja y cree un poco menos en las personas. Porque siempre, tarde o temprano, las termina perdiendo. Y los que antes se van siempre son los mejores (salvo excepciones).
Y yo no paro de echar de menos al mejor. No sé lo que daría por una charla de las de antes, y las risas, y el hacer el tonto y qué más dará con uno de los mejores amigos que tuve en la vida.
No sé lo que daría. Pero creo que por lo menos tendré que dar algo más de guerra, una llamada y un par de sms (que el whatsapp es de cutres).
Te echo de menos, D.