sábado, 15 de noviembre de 2014

Asesinato a la poesía sin premeditación y con disculpa.

Supongo que llego al punto en que me da igual si lees lo que escribo,
o lo ignoras,
o me ignoras,
convencida estoy de encontrarme en la situación del que solo quiere contar
sin tener en cuenta que quizás a ti todo esto te importe un comino.

He pasado por cosas, como todos,
y he aprendido solo con algunas de ellas,
con la inocente, y estúpida, creencia
de que era mejor olvidar y tapar con una tirita
a dejar sangrar la herida y que el tiempo la curase.
No es lo mismo cerrar, que curar.
Porque una herida no es una puerta,
no se cierra cuando queremos,
y siempre se abre cuando nos olvidamos de ella,
cuando dejamos de apretar para parar la sangre,
y los recuerdos.
He creído que olvidar era crecer, y recordar puro martirio,
sin pararme a pensar que privados de los errores que fuimos
estaríamos como creemos encontrarnos cuando nos obligamos a dejarlo ir,
e igual de jodidos que cuando vuelve y nos pilla desprevenidos.
No, no digo que haya que admirar el pasado
y enmarcar todas las viejas fotos para verlas día tras día,
pero, sin duda, no podemos permitirnos el lujo ignorarlo,
porque es la única escuela en la que ningún ministerio puede intervenir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te ha gustado?



Compártelo ^^