domingo, 26 de mayo de 2013

Ojalá no existiesen ni terceras ni vencidas.

Joder, que te echo de menos, y que me hiero de más.
Que ya no sé quién es el bueno y quien el malo en esta absurda y pésima comedia policíaca de producción de barrio.
Que he perdido el norte y ya no encuentro el sur. Y cada día enloquezco más.
Que quizás no te dije lo importante que eras para mí y seguramente debería haberlo hecho. Y ahora temo que sea demasiado tarde y joder, no sabes lo que jode echar de menos a una de las personas en las que más confiabas, alguien que se había ganado un huequecito y que casi era querido como si de familia se tratase.
Y que esto empieza a ir demasiado de animales y de niños, de gilipolleces sin sentido. Y que de sentirse como una zorra y desconocer los motivos todo el mundo se cansa.
Y joder, ojalá consiguieses que dejase de empezar a pensar que tal vez el mundo encasillador y estereotipado tenga razón, y los mejores amigos chicos para chicas no existan y viceversa.
Que no, que siempre lo he negado. Que no me lo quiero creer, y tampoco me lo creo.
Pero a la tercera va la vencida. Y yo esta ni quiero que sea la tercera ni quiero darme por vencida.

Que se me junta todo, que se me cae el mundo encima, y que se nota que no estás. Que se nota desde hace mucho tiempo. Que era tu sitio, y desde que está vacío todo está un poco más frío. Quizás hasta mi pequeño corazón que se empieza a volver un cínico y a pensar que lo suyo es vivir en soledad.

Que los amigos son la familia que nos permitimos elegir, y que si la Esteban decía eso de matar por su familia, y ya que ambas somos algo arandinas algo tendremos en común. Joder, que yo por mis amigos saco las uñas y los rotrings sin pensármelo.

Ay que ver, cuánto abuso de la palabra joder últimamente será porque mi cabeza no cesa de recordarme que yo lo estoy por demasiadas bandas.

Que no leerás esto, eso también lo sé. Tampoco sé si quiero que lo encuentres. Solo sé que ni quiero que se saque de contexto, ni que se malpiense, ni que se juzgue; porque estoy segura de que a ciertas situaciones se llega por ello entre otros diversos motivos.

La primera y la segunda ya no tienen remedio, pero ojalá esta tercera no hubiese comenzado jamás, ojalá no existiese. Y ojalá vencida no vuelva a describirme de nuevo. Ojalá volver a Dada y a las pulseras fosforitas.





Hoy me voy a permitir el lujo de cuestionar hasta mi propia dignidad.

Es imposible mantener la fe después de tanto intentos muertos.


(Veo,) que no se puede caer siempre de pie.

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