jueves, 1 de septiembre de 2011

Hablando de sonrisas me perdí en la tuya.

Y puede que no haya nada que perder y mucho por ganar. ¿Y si me preguntan que es lo que más me gusta de él? No sé si sabría decirlo, tal vez sea su impredicibilidad o su espontaneidad, quizás su facilidad para hacerme sonreír con la más mínima tontería que sólo él y yo entendemos. Será su capacidad de destacar entre una multitud precisamente por el mero hecho de ser diferente, de no buscar impresionar a nadie ni demostrar ser superior. Esa capacidad de mantenerse en las sombras pero estando siempre ahí. Sin duda una  de las cosas que más me encantan es que destaca sin intentarlo, destaca para mí pues sé que el resto debería buscar a conciencia hasta dar con él.

Adoro sus sonrisas, sí, sí, sonrisaS en plural. Tiene tantas, será porque yo sea demasiado observadora o él demasiado especial... Pero me encanta jugar a distinguirlas, tiene su sonrisa de felicidad en estado puro y la de sonrío a la fuerza porque no tiene gracia. La sonrisa torcida que pone cuando no entiende algo o simplemente se concentra en pensar y la que sin querer se le escapa cuando está con aquellos que le importan, una que muy pocas personas consiguen arrancarle. La sonrisa que atrapan mis labios entre cada beso, traviesa y a la vez tímida. La de cuando está triste e intenta evitar mostrarlo sin conseguir engañarme. La sonrisa... cualquiera de las suyas es tan preciosa.

O tal vez sean sus ojos, tan grandes y brillantes en los que muchas veces me pierdo y surco navegando sin querer, sin mapas ni carteles que me indiquen donde voy. O sus manos, tan frías a veces que asustan y en ocasiones tan tranquilizadoras y cálidas, esas que te da miedo soltar por pánico a perder la seguridad en la que te cobijan y mantienen. Sin duda sus abrazos, esa sensación de paz y calma que transmiten, como si del búnker más fuerte se tratase; esos abrazos tan largos y llenos de sentimiento, tanto, que a veces dicen más que las propias palabras, hay quien habla con la mirada; él, se comunica con su mirada, con sus sonrisas, con sus abrazos, con sus manos... Tiene sus propios lenguajes e idiomas que tanto me gusta redescubrir día a día. Pero como con todo, muy pocos apreciamos este detalle tan increíble.

Quizás sean sus palabras que me cautivan, la manera que tiene de utilizarlas y cambiarlas de forma y significado; o su manera de viajar por mundos inventados, de planear mil y una aventuras juntos en ellos.



Tal vez sea su corazón, uno tan grande que no le cabe en el pecho. Su simpatía y su pensar siempre en todos, lo fácil que le resulta echar un cable a quién más perdido ande. La manera de dejarse conocer poco a poco pero a fondo y de conocer a los demás, el no conformarse jamás con un ''no pasa nada, estoy bien'' y seguir indagando hasta encontrar tus motivos y problemas para burlarse contigo de ellos y hacerte sentir mejor. Sin duda otro de sus grandes rasgos es el cuidar de aquellos a quienes quiere, preocuparse por ellos y tenerles siempre una de sus sonrisas.






 Son tantas cosas... sin duda, la que menos me gusta es que ni siquiera exista y no sepa cuanto vale. 







O tal vez si exista y sólo me falte abrir bien los ojos.








Won't ever fall in love he swears, as he runs his fingers through his hair I'm laughing 'cause I hope he's wrong.
And I don't think it ever crossed his mind he tells a joke, I fake a smile. But I know all his favorite songs







Y podría decirte su color favorito, 
las canciones que no para de escuchar 
y todas las cosas que le gusta hacer...



But... If you ask me if I love him...
 





And if you ask me if a love him...
I'd lie

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