domingo, 6 de enero de 2013

Adorables gatos negros.

Una vez creí conocerla...
No confiaba en los cuentos de hadas, ni en las historias de princesas, pero ella se empeñaba en escribirlos. Le tenía miedo a sufrir, pero no temía a disfrutar la vida, lo que le asustaba eran las personas. Había de muchos tipos, pero todas, absolutamente todas, le terminaban por hacer daño. Le gustaba vivir, pero le daban pánico las personas. Al fin y al cabo todas mentían tarde o temprano, y lo más increíble es que nadie lo llamaba mentir, todos lo camuflaban con mil y un nombres diferentes y alejados del a realidad. Nunca decía te quiero, ni se lo creía cuando se lo susurraban. Le gustaba asumir riesgos, siempre y cuando solamente le implicasen a ella. Nunca, jamás, se dejaba caer esperando a que nadie la recogiese, sino que llevaba un paquete de tiritas en el bolso y se levantaba solita.
Creí conocerla... Pero un día empezó a soñar con príncipes azules, verdes, naranjas... Comenzó a dibujar hadas, mariposas y corazones en las esquinas de sus apuntes. Inició un camino hacia la confianza ciega en el mundo... Se olvidó las tiritas en el otro bolso.
Y dejé de conocerla. Pero empecé a conocerme.
A escuchar los cuentos de hadas y reírme. A sufrir y reírme más. A no decir te quiero nunca más. A no besar sapos. A ser yo. O ser la ella de siempre. O... ¿quién sabe?
Porque me di cuenta que nunca llegué a conocerla antes de que se marchase, y estoy ciegamente segura de que ni siquiera ella alcanzó a comprenderse a sí misma.
Y se fue. Regresó con la maleta cambiada. Y siguió viviendo su vida siendo una completa desconocida para el mundo y para si misma, cuyo número favorito era el 13 y los gatos negros, adorables.
En las últimas noticias que recibí suyas, me contaba que se había enfrascado en el interminable e infinito mundo de la arquitectura, que la música seguía siendo su droga, y que era feliz.
Por cierto, si queréis saber como continúa la historia... Sigo sin entenderla.


Feliz noche de reyes.








No llegaré a conocerme jamás, pero es curiosamente interesante.


1 comentario:

  1. Precioso, Andd (como de costumbre, pero bueno, eso es otra historia) :)

    Quizá por las metáforas de maletas, que hoy mismo me pillan flojo, o porque ya hacía una temporadita sin leerte, pero me ha encantado, de verdad ^^

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