lunes, 2 de julio de 2012

C'est fini.

Y bueno desvariadores... Que tengo esto más abandonado que las neuronas de alguno...
He de daros muy buenas noticias, que ya iba siendo hora, y así, todas de golpe.
Llegué a ser una orgullosa preselectivitana, el miedo a no acabar bachillerato quedó atrás, y aún no sé cómo saqué mejores notas en las que me daban miedo de lo que esperaba, y en las que mejor esperaba también vino algún cambio de última hora de los que te mosquean un poquitín. Lo importante, que acabé segundo, y me fue incluso mejor que primero. Con una media general capicúa y con mis dos números preferidos desde siempre... 7.47. Que no es gran cosa, lo sé. Que he vagueado mucho, también lo sé. Pero como la madre de una buena amiga dice: más se perdió en la guerra.
Está terminado, y eso, sin duda, es lo único que importa, porque el pasado no se puede cambiar.
Tras la entrega de notas se precipitó la graduación, un evento en el que tal vez tuviera demasiadas expectativas y que luego no fue nada del otro jueves. Puedo poner incluso la mano en el fuego al decir que he tenido noches más divertidas con menos amigos y sitios menos "cool". Tampoco estoy siendo una criticona negativa, eh. No os confundáis. Tras los nervios pre-graduación y las prisas (que raro en mí, oye), se presentó el pánico a las escaleras asesinas + taconazos nuevos. Y llegó la colocación de la banda granate, tan ansiada, y perfectamente conjuntada sin planeo previo con mi precioso vestido (todo hay que decirlo) azul marino (qué raro en mí de nuevo este color jaja). Primera prueba superada, con éxito, me atrevería a decir, junto con bachillerato las escaleras mortíferas quedaban atrás. Luego vinieron los enhorabuenas y los aplausos y vítores a todos los compañeros, con especial énfasis por mi parte para mis petardillos, que creo notaron mi presencia. Tras eso estábamos ya todos borrachos de felicidad ante la admisión de que sí, bachillerato se había ido tan rápido como llegó, porque a pesar del sufrimiento, estos dos años han sido los más cortos de mi vida (según mi sistema de referencia y mi opinión) y los más felices. He conocido personas maravillosas, que me han hecho comprender simples detalles como los que llevan asociados las complejas amistades, personajillos que siempre consiguen robarme una sonrisa, sin importar lo mal que esté, personas que me han dado más confianza en meses que muchas en años... Son demasiados momentos vividos a los que tal vez sea mejor dejar reservada una entrada futura...
Y bueno, llegó la cena de graduación, las separaciones y divorcios (sin ningún mal rollo, no os confundáis), y con ello las risas y gritos en el restaurante, las canciones a grito pelado sin ningún tipo de armonía o afinación existente, llegaron los brindis porno, los de por la madre que nos parió, los del primer paso de cómo realizar una corbata... En fin, que fueron miles de momentos inolvidables que salen a flote solo con cerrar los ojos y volver la vista atrás, o con mirar un par de fotos... Tras ello un intento de botellón si se le puede llamar así, y entonces llegó el momento de los Sueños, unos menos perjudicados que otros nos plantamos en lo que probablemente sea el sitio del que todo el mundo en Aranda ha oído hablar, el Dreams. Con nuestras entradas fosforitas a la sala reservada, y los sellos de mariposas eramos más felices que un tonto con un lápiz. Bailamos, reímos, hablamos, hicimos fotos y muchas... Muchas muchísimas cosas.... Fue un buen día, pero no todo lo grande que esperaba. Le pusimos punto y final con unas calentitas salchipapas tras el amanecer, lo cual algunos cambiaron por churritos, para gustos los colores.
En fin, que tras eso llegó la hora de volver a casa y convencernos a nosotros mismos que el día había sido genial.
El día siguiente fue un intento de hibernación seguido de la escapada a Fuentespina a pasar un agradable ratillo de fiesta prepau, que fue pasado por agua, y quieras que no, tiene su gracia estar en la verbena ya calada, sin calor ni agobios, porque la mayoría de gente había huído. Detalles nimios supongo.
Entonces ya parecía irremediable la llegada de la semana fantástica... Y en un intento de autoconvencerme de que tenía tiempo de sobra me marché con mi querida mercheditas a hacernos fotos chonis y un poquitín el monguis, cosa que nunca se nos ha dado nada mal, dicho sea ya de paso.
Y llegó el lunes... y pensé, bueno, tengo tiempo de sobra, y me dormí en los laureles...
Y así media semana, hasta que llegó el momento irremediable de encerrarme en la biblioteca y convertirme en una cierrabiblios en vez de cierrabares. Pasar más tiempo en la biblioteca que en mi propia casa despierta tenía su mérito eh....
Y entre pitos y flautas, cabreos de biblioteca por gente que no sabe mantener la boca cerrada, sorpresas desagradables e infinitas cosas más que mi vaga mente ni quiere recordar (la entrada la continúo a las 3 de la tarde, hora poco inspiradora para mí, así que omitiré sin querer detalles que cuando me da la vena desvariadora a las tantas de la madrugada hubiera incluido).
Total, que pau estaba encima, menuda púa. Y junto a ella los preparativos de el ansiado viaje de fin de curso a Italia, un estrés pleno.
Y llegó pau, con sus estreses, sus pegatinas y sus tembleques. Nervios ante todo, ante poner bien el nombre en las gigantes hojas plegables, ante pegar en su cuadradito correcto la maldita pegatina, ante el tiempo, ante los INCORDIANTES profesores que no callaban mientras algunos intentábamos concentrarnos en las hojas del examen, la Reconquista (permitiéndonos llamarla así), las malditas derivadas e infinitas cosas más. Y se fue, también, como todas las cosas. SE ACABÓ. Pau también era historia (no sabíamos las notas, pero la habíamos dejado atrás). Señores, futuras generaciones de preselectivitanos, pau es la mayor idiotez del mundo, aunque creas que no te dará tiempo a repasar todo lo del curso (que la verdad siempre preocupa más que su dificultad) te dará tiempo, y sino a improvisar, que en el examen algo te acaba sonando.

Y empezó el ajetreo, los nervios, que en mi caso fueron mayores que para preparar la selectividad. LA MALETA, HABÍA QUE HACER LA MALETA. ERA DIECISÉIS de junio en pocas horas, y no quería dejarme nada. Y entre compras de última hora, bikinis verde fosforito fluor (sin duda, junto al rosa, mi color preferido), y discusiones con mi hermana, mi consejera de maleta, sobre esto sí esto no, pues conseguí echar la llave al candado de la gran maleta fucsia de los viajes. Pero queridos... Italia es otra historia, una de las largas. Y la señorita quiere poder dedicarle la larga entrada que se merece, para poder recordar todos los detalles al leerla cuando pase el tiempo, porque esto es un blog, pero también mi diario, mi pequeño baúl de recuerdos y tesoros.
Espero no tardar tanto en regresar, comenzaría con la italiana, pero tengo que prepararme para ir a la autoescuela JIJIJI sí, porque dejar de estudiar sonaba demasiado raro :)
Saludos corazones.

Y cómo no la canción oficial de viajes, veranos y vacaciones por excelencia. B.M.


Oh yes! I said it, I SAID IT 'CAUSE I CAN.




Andd.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te ha gustado?



Compártelo ^^