jueves, 10 de julio de 2014

Límites.

"Oye, tú eres mayor, y llega un momento en que tienes que tomar el control de tu vida, todo tu pasado, los que te han hecho daño o no se portaron como deberían de haberlo hecho o no estaban cuando tenían que estar, ahora solo estás tú, basta de excusas."
-Shameless- 

¿Cuántas veces nos intentamos convencer a nosotros mismos de que hay amigos que siguen siendo los mismos de siempre? Intentamos, y pongo ese verbo a conciencia, porque siempre es vanamente. Cuando una persona no está durante unos meses a tu lado, y de repente vuelve, piensas "¡jope! Habrá estado agobiado, qué bien, todo vuelve a ser como antes..." y te vienes arriba repitiéndote que todo es como siempre. Y pasan el par de meses de vacaciones y con ello toca volver a la rutina universitaria, y ¡anda! ¡sorpresa! esa persona vuelve a desaparecer, y esta vez ya no te pilla de imprevisto, y lo ves venir. Y lo que el curso anterior fueron unos meses, esta vez se convierten en muchos meses más. Esa persona en la que confiabas ciegamente, que era una de tus piedras angulares, un gran amigo. Y como estudias Arquitectura apáñatelas tú para sacar un trozo de cimientos y mantener el resto de la fachada tan perfecta como siempre. Y aparece puntualmente cuando tú ya te cansas de darte falsas esperanzas de que nada ha cambiado. Y milagro, ¡bang! ¡brujería! ahora lo blanco se vuelve negro y parece que de estar meses sin hablar necesitan decirte algo todos los días. Y tú te alegras, otra vez, y te prometes que esta vez todo será del color del rosa de siempre y que no cambiará en un par de meses. Pero no eres ciega ni tan tonta como crees, y ya no sabes si merece la pena hacerte ilusiones para luego tener que quedarte cojeando, otra vez. No sé.
Cada vez sé menos.
Y cada vez me niego con más ganas a volver a las mismas por tercera vez. 
Y lo que antes te hacía martirizarte por las noches ahora simplemente es un hecho más en tu vida, que recuerdas más de lo que te gustaría, pero menos de lo que solías hacer. 
Y te planteas seriamente si merece la pena acumular historias tan largas sin resolver y sin nadie interesado en hacerlo.
Pero ni de broma otro qué más da, porque ya no da igual.
Creo que hay límites respecto a las lágrimas y los malos momentos que puedes pasar por la ausencia de una persona, y quizás es hora de fijarlos.
Que me gustaría más que a nadie que todo volviese a ser como antes, pero no para un rato.
 Porque no me veo capaz de soportarlo una tercera sin darme por vencida.

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