lunes, 29 de junio de 2015

La culpa es mía, pero de la araña más.

No sé si será este maldito summertime sadness que tengo en la cabeza, pero hoy he terminado llorando mientras la araña no dejaba de tejer su tela. No sé si sería de pena, pero es que, joder, seguía dando vueltas, una y otra vez, como si no fuese consciente de que puede ir cualquier subnormal de mi raza y destrozar sus días de trabajo en un segundo, porque podemos, y ya está.
Y la puñetera araña seguía y seguía, se ha acercado a mí un par de veces, como diciendo "oye tú no te acerques que te muerdo" porque saben el miedo irracional que a veces les tenemos cuando en realidad podemos cesar su existencia moviendo tan solo un dedo.
Y seguía, y yo continuaba pensando, y me han dicho eso de que show must go on, y la puta araña se reía de mí mientras mi cabeza berreaba eso de putas ganas de seguir el show.
Y no, al final no he roto su puta tela de araña, no sé si porque no estaba terminada o porque no entiendo quién cojones soy yo para decidir que me iba a reír de un ser que, aunque no me guste, a mí no me ha hecho nada personal. Qué culpa tenía ella de haber puesto su tela al alcance de mi mano y quién narices soy yo para decidir que podía romperla.
Pues así las personas, supongo, a veces tu castillo de naipes está demasiado al alcance de alguien que no tiene nada mejor que hacer que soplar un poquito. Y la culpa no es suya, no, es tuya por haber dejado que se acercase, y de quién le enseñase que era más que otro y que si le daba la oportunidad podía jugar a creerse superior (o su autodidactismo, a saber).
Y así se me pasa la noche, otra más, coloreando las sombras que hay debajo de mis ojos y, a veces, de mucho maquillaje, sin necesitar un solo trocito de carboncillo.
Y, como siempre, la culpa es solo mía, por haber hecho un castillo de naipes o por no ser la clase de ser superior que juega con las telas de arañas de otros.
Y la culpa sigue siendo mía por dejar que otro pueda jugar con las mentiras en las que se asentaba mi vida y me convencían de estar bien y sonreír a todos. Y por creer que hay seres superiores. Y mientras crea que los hay, seguiré siendo una araña más en el mundo.
Y la culpa sigue siendo mía, por meter más fichas de dominó en la caída libre de las que la caída iba a poder soportar.
Y la culpa sigue siendo mía, por cargar el baúl hasta que me explora en la cara.
La culpa es mía por llenar mi propio vaso, rebosarlo, romperlo e intentar pegarlo con el supergen de las maquetas, cortándome muchas veces más de las soportables en vez de buscar un vaso nuevo y más bonito.
Y la culpa, joder, la culpa también es de esa puta araña que me ha hecho ponerme a frustrar metáforas.

A veces me pregunto si la vida es como esa película, y todo esto es un jodido experimento social de mierda sobre dónde se encuentra el límite de casa persona. Gracias a mí deben tener un historial de los gordos y muchas risas ante el patetismo que recoge.

Joder, la araña.

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